¡La libertad no se suplica, se conquista!
Es lo que nuestros ancestros vienen haciendo hace 500 años. Desde la resistencia de Lautaro frente al Imperio español, el triunfo del Toki Pelantaro de Purén, hasta el liderazgo del lonko Mariluan frente al Estado chileno, el pueblo mapuche ha estado en pie, defendiendo no solo un territorio, sino una forma de vida basada en el respeto, la justicia y la libertad.
Durante 5 siglos, hemos enfrentado imperios, repúblicas, dictaduras y democracias que no reconocen al pueblo mapuche como parte legítima, viva y necesaria de la construcción del país. Lo intentaron con violencia, con tratados incumplidos, con despojos y silencios impuestos. Pero no pudieron borrar la memoria, ni quebrar la voluntad.
Aún que estas palabras las escribí en la cárcel, donde estuve por causas que la historia juzgará con más justicia que los tribunales, no me rindo. Y no lo hago porque no estoy solo: estoy con la fuerza de todos quienes he conocido en los lugares despojados de toda dignidad humana. Porque la historia de mi pueblo no es solo la historia de una nación que resiste, es también la historia de un país que puede y debe reconciliarse consigo mismo.
No podemos aceptar que la dignidad y la libertad sean un privilegio. No podemos seguir permitiendo que las decisiones sobre nuestras vidas, nuestros territorios y nuestros derechos se tomen en los lejanos pasillos del poder, sin nuestra voz. No luchamos para reemplazar una élite por otra. Luchamos para construir una democracia real: multiétnica, participativa y justa.
¿Qué significa ser libres hoy? Significa que ningún niño, mapuche o chileno, nazca con una condena anticipada, solo por su origen. Significa que tu condición indígena, no sea motivo de discriminación, sino fuente de orgullo nacional. Significa que la justicia no dependa del apellido, estatus social y condición política.
Este no es solo un grito de denuncia. Es una invitación a un cambio real. Es tiempo de avanzar hacia un Estado que reconozca a todos sus pueblos y naciones. Es tiempo de garantizar salud, educación, vivienda digna y participación política real. Es tiempo de construir un Chile donde nadie sobre.
Ese grito de resistencia y libertad, ha cruzado 500 años de historia para decirle a los nuevos gobernantes y sus vasallos, que a pesar de la persecución, los asesinatos, “desapariciones” y los encarcelamientos por sus tribunales de la Santa Inquisición política, no podrán apagar esta fuerza que nos han heredado nuestros ancestros mapuche, los guerreros más grandes de la historia.
Hermanos y hermanas, mapuche, chilenos, mestizos, afrodescendientes, migrantes: los invito a transformar la historia. A caminar juntos por la dignidad, no desde el resentimiento, sino desde la convicción profunda de que otro Chile es posible.
Hemos llegado hasta aquí para terminar con esta larga condena a la pobreza y segregación racial. El momento de la justicia siempre debe ser ahora, no podemos seguir esperanzado promesas vacías, como ocurrió en éste y otros gobiernos.
Si el pueblo no se defiende así mismo, nadie lo hará, 500 años de experiencia ha demostrado que la libertad depende de nosotros mismos, no del invasor. Esa es la verdad y esta poderosa verdad derrotará a quienes aseguraban que merecíamos sufrir para quebrantar nuestro espíritu y voluntad.
Hoy nos erguimos aquí, orgullosamente mapuche y mestizos, que es el verdadero Chile, para decir a los agoreros de falsas noticias, que no le tememos a ningún hombre, a ningún mito y ninguna desazón nos detendrá. Esa es la verdad y seguiremos esa verdad hasta la victoria.
¡No nos rendiremos! No podemos permitir que nos hagan retroceder. Vamos luchar por un futuro donde el newen (fuerza) de nuestros ancestros nos impulse no solo a resistir, sino a gobernar con sabiduría, justicia y amor por nuestra tierra.
¡No nos rendiremos! Porque la libertad no se suplica, se conquista.
Marrichiweu
Diego Ancalao G.
(Escrito en la cárcel de alta seguridad, Alto Bonito, Puerto Montt 07/11/ 2024).